pide que crezcan las formas violentas de la delincuencia. He aquí una paradoja: a medida que se desarrolla una conciencia civilizada, que no tolera el ejercicio de la violencia, ésta se disimula y desplaza en dos direcciones. Por una parte se interioriza y se expresa de manera indirecta a través del discurso filosófico y crítico cada vez más áspero o bien por la explosión del altercado, del tumulto en ocasión de manifestaciones y eventos como el fútbol, recitales, etc. La violencia común se desahoga a través de una agresividad flotante sobre algún